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viernes, 24 de enero de 2014

El gas de esquisto, la gran estafa

http://cosmopolitismx.blogspot.com.ar/2013/08/el-gas-de-esquisto-la-gran-estafa.html
http://www.monde-diplomatique.fr/2013/03/AHMED/48823


El gas de esquisto, la gran estafa*

Energía barata contra contaminación prolongada: En los Estados- Unidos, el dilema relativo a la explotación del gas y petróleo de esquisto no le ha quitado el sueño ni a los industriales ni a los poderes públicos. En menos de una década, estos nuevos recursos habrían orientado a los Estados – Unidos, hacia el crecimiento, dopado el empleo y restablecido la competitividad. ¿Y si esta “revolución” no fuese más que una burbuja especulativa a punto de estallar?

Por Nafeez Mosaddeq Ahmed **
Versión al español de Sergio Avalos

Si damos crédito a los títulos de la prensa norteamericana que predicen un auge económico debido a la “revolución” del gas y del petróleo de esquisto, el país vivirá una suerte de “fiebre del oro negro”. El reporte “Perspectivas Energéticas Mundiales 2012” de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) anuncia, en efecto, que para 2017, los Estados Unidos le quitará a Arabia Saudita el lugar de primer productor mundial de petróleo y accederá a la “casi autosuficiencia” en materia energética. Según la AIE, el alza programada de la producción de hidrocarburos, pasaría de ochenta y cuatro millones de barriles diarios en 2011 a noventa y siete millones en 2035. Esta alza provendría “completamente, de los gases naturales líquidos y de los recursos no convencionales” (esencialmente el gas y el aceite de esquisto), mientras que la explotación convencional comenzaría a declinar a partir de... 2013.

Extraídos por fractura hidráulica (inyección a presión de una mezcla de agua, de arena y de detergentes industriales, destinada a fisurar la roca para liberar el gas), gracias a la técnica de la perforación horizontal (lo que permite explorar de manera más amplia la capa geológica escogida), estos recursos sólo se obtienen pagando como precio una contaminación masiva del medio ambiente. Pero su explotación en los Estados – Unidos ha implicado la creación de varios cientos de miles de empleos y ofrece la ventaja de proponer una energía abundante y barata. Según el reporte de 2013 “Las perspectivas energéticas: una mirada hacia 2040” publicado por el grupo Exxon Mobil, los estadounidenses se convertirían en exportadores netos de hidrocarburos a partir de 2025 gracias al gas de esquisto, en un contexto de fuerte crecimiento de la demanda mundial de gas.

¿Y si la “revolución de los gases de esquisto” en lugar de fortalecer a una economía mundial convaleciente, estuviese inflando una burbuja especulativa a punto de estallar? La fragilidad de la recuperación así como las experiencias recientes deberían incitar a la prudencia frente a semejante apasionamiento. La economía española, por ejemplo, en un tiempo tan floreciente – cuarta economía de la zona euro en 2008 – , se cae a pedazos a partir del momento en que la burbuja inmobiliaria, a la que ciegamente se enganchaba, estalló sin prevenir. La clase política aprendió poco de la crisis de 2008; y ahora está a punto de repetir los mismos errores en el sector de las energías fósiles.

Una investigación del New York Times de junio de 2011 revelaba ya algunas fisuras en la construcción mediático industrial del “boom” del gas de esquisto, difundiendo las dudas de diversos observadores – geólogos, abogados, analistas de mercados – en cuanto al impacto de lo anunciado por las compañías petroleras. Se sospecha que “sobreestimaron de manera deliberada e incluso ilegal, el rendimiento de sus explotaciones y el volumen de sus yacimientos”.1 “La extracción del gas a partir de los esquistos del subsuelo, decía el cotidiano, podría resultar menos fácil y más costosa de lo que pretenden las compañías, como lo indican las centenas de correos electrónicos y de documentos intercambiados por los industriales sobre el tema, así como los análisis de datos recogidos en varios miles de pozos.”

A principios de 2012, dos consultores estadounidenses tocaron la alarma en la Petroleum Review, la principal revista de la industria petrolera británica. Al cuestionarse acerca de la “fiabilidad y la durabilidad de los yacimientos estadounidenses de gas de esquisto”, hacen notar que las previsiones de los industriales coinciden con las nuevas reglas de la Securities and Exchange Commission (SEC), organismo federal de control de los mercados financieros. Dichas reglas, adoptadas en 2009 autorizan en efecto, a las compañías, a cifrar sus reservas como bien les parezca, sin que haya verificación alguna por parte de una autoridad independiente.2

Para los industriales, la sobreestimación de los yacimientos de gas de esquisto, les permite hacer pasar a un segundo plano los riesgos relacionados con su explotación. Ahora bien, la fractura hidráulica no sólo tiene efectos dañinos sobre el medio ambiente: también plantea un problema estrictamente económico dado que genera una producción de una duración de vida muy corta. En la revista Nature, un ex-consejero científico del gobierno británico, David King, subraya que el rendimiento de un pozo de gas de esquisto declina en un 60 a 90% al cabo de su primer año de explotación.3

Una caída de rendimiento tan brutal hace obviamente ilusorio todo objetivo de rentabilidad. Tan pronto como una perforación se agota, los operadores deben perforar rápidamente otros para mantener su nivel producción y pagar sus deudas. Cuando la coyuntura es favorable, semejante clavado puede crear un espejismo durante algunos años. Es así como una actividad económica enclenque, la producción de los pozos de gas de esquisto – atónica a largo plazo pero fulgurante en breve – provocó una descenso espectacular de los precios del gas natural en los Estados – Unidos, los cuales pasaron de 7 a 8 dólares por millón de BTU (British Thermal Unit) en 2008, a menos de 3 dólares en 2012.

Los especialistas en inversiones financieras no son tontos. “La economía de la fractura es una economía destructiva, advierte el periodista Wolf Richter en el Business Insider.4 La extracción se devora el capital a una velocidad impresionante dejando a las empresas con una montaña de deudas cuando la producción se derrumba. Para evitar que ese derrumbe afecte sus ingresos, las compañías deben sacar más y más compensando los pozos secos con otros que se secarán mañana. Desafortunadamente un esquema semejante, tarde o temprano, se estrella en el muro de la realidad.”

Arthur Berman, geólogo que trabajó para Amoco (antes de que ésta se fusionase con British Petroleum), se dice sorprendido por el ritmo “increíblemente elevado” con que se secan los pozos. Y evoca el caso del campo de Eagle Ford en Texas – “la madre de todos los campos de aceite de esquisto” – indicando que “el descenso anual de la producción rebasa el 42%”. Para asegurar resultados estables, las compañías van a tener que perforar “casi mil pozos suplementarios cada año en el mismo campo. Es decir, un gasto de 10 a 12 billones de dólares por año... Si sumamos todo, se llega a un monto semejante al del salvamento de la banca en 2008. ¿De dónde van a sacar ese dinero?5

La burbuja de la industria gasera ya tuvo consecuencias en algunas de las más poderosas compañías petroleras del planeta. En junio pasado, el Director General de Exxon Mobil, Rex Tillerson, se quejaba amargamente explicando que el descenso de los precios del gas natural en Estados – Unidos era, en efecto una suerte para los consumidores, pero una maldición para su compañía, la cual ha sido víctima de una baja drástica de sus ingresos. Mientras que, ante sus accionistas, ExxonMobil pretendía aun no haber perdido ni un centavo a causa del gas, el discurso del Sr. Tillerson ante el Council on Foreign Relations (CFR), uno de los think tanks más influyentes del país, era casi para llorar: “Estamos perdiendo hasta la camisa. Ya no ganamos dinero. Todas las cifras están en rojo6

Casi al mismo tiempo, la compañía gasera británica BG Group se veía obligada a una “depreciación de sus activos en el gas natural norteamericano de 1,3 billones de dólares” sinónimo de un “descenso sensible de sus beneficios intermediarios.”7 El 1º de noviembre de 2012 después de que la compañía petrolera Royal Dutch Shell hubiese acumulado tres trimestres de resultados mediocres , con un descenso acumulado de 24 % en el año, el servicio de información del índice bursátil Dow Jones reportó la funesta noticia y se alarmó del “perjuicio” causado al conjunto del sector bursátil por este apasionamiento por el gas de esquisto.


*Publicado originalmente en el periódico mensual francés Le Monde Diplomatique, marzo, 2013, p. 20
** Politólogo, Director del Instituto para la Investigación en Políticas y Desarollo de Brighton, GB
1 ) " Insiders alarma sonora en medio de una ráfaga de gas natural año , " The New York Times, 25 de junio 2011.    
2 ) Ruud Weijermars Crispiniano McCredie " Inflar las reservas de gas de esquisto de Estados Unidos , " Petroleum Review, Londres, enero de 2012.    
3 ) James Murray y David King, " La política climática: punto de inflexión del aceite que ha pasado ", Naturaleza, N º 481, Londres, 26 de enero de 2012.    
4 ) Lobo Richter, " gas natural barato Dirt está destrozando la misma industria que está produciendo es " Business Insider, Portland, 5 de junio de 2012.    
6 ) " Exxon "Perder nuestras camisas" en el gas natural , " The Wall Street Journal,Nueva York, 27 de junio de 2012.    
7 ) " EE.UU. esquisto superabundancia de gas reduce las utilidades de BG Group , "Financial Times, Londres, 26 de julio de 2012.    
8 ) " Deuda-plagado Chesapeake Energy para vender $ 6,9 mil millones de dólares en tenencias de las TIC ", The Washington Post, 13 de septiembre 2012.    
9 ) Nick A. Owen, Oliver R. Inderwildi y David A. King, " El estado de las reservas convencionales de petróleo del mundo - bombo o motivos de preocupación "Política energética, vol. 38, N º 8, Guildford, agosto de 2010.      
10 ) Gail E. Tverberg " límites de suministro de petróleo y la crisis financiera Continuando , " Energía, vol. 37, No. 1, Stamford, enero de 2012.    
11 ) " La economía de la dependencia del petróleo: un techo de cristal de la recuperación ", Fundación Nueva Economía, London, 2012.