Lo conocimos en un Encuentro de Asambleas Ciudadanas del país y nos gustó ahí nomás. Bonachón, seguro de sus convicciones, se acercó a presentarse con una sonrisa y la mano extendida. Después nos acostumbramos a verlo en los Encuentros, respetuoso de los grupos, la voz amable para decirnos lo que queríamos y no, escuchar. Divertido y con un sentido del ridículo inexistente se vestía como en la foto para caminar en las marchas, cantando y portando las banderas.
En esos momentos, en los plenarios, dando una charla desde su profesión de médico, alrededor de un fogón...siempre Roberto, sin dobleces ni complicaciones.
Se fue y cuesta saber que no estará más ahí donde tal vez no íbamos pero sabíamos que estaba.
Nos quedan los recuerdos, los abrazos recibidos y el claro aprendizaje de lo que significa un compañero.
Toda la paz y nuestro mejor y más cálido abrazo para su familia.
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