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lunes, 16 de enero de 2012

EL FAMATINAZO


Los vecinos de Famatina y Chilecito protagonizan la mayor movilización de los últimos tiempos. Todas las noches se realiza una vigilia al costado del camino cortado, de la que participan más 400 personas atentas a un avance policial. Durante la vigilia, más de mil famatinenses se hacen presentes, preparan las comidas, instalan quinchos y heladeras para guardar las donaciones; señoras maduras rezan el rosario en voz alta por el triunfo de la lucha. El pueblo espera en forma pacífica, el día “D”.

Los brindis de fin de año, en varios hogares de Famatina y Chilecito, repitieron una fórmula mientras las copas se chocaban: “Por el Famatina”. Quienes brindaban de esa manera sabían que el 2 de enero, hace trece días ya, comenzaría el corte de caminos y la instalación de un campamento para evitar el paso hacia el cerro Famatina de los miembros de la Osisko Mining Corporation, empresa canadiense que firmó un convenio con el gobierno de Beder Herrera para instalar la minería a cielo abierto en la región.

Quizás no sabían que la medida de fuerza ganaría la simpatía de la mayoría absoluta de los siete mil habitantes del pueblo, incluyendo al intendente y al cura del lugar, y que los relatos de esa lucha alcanzarían la mirada de todo un país. Tal vez, tampoco sabían que el gobierno provincial licenciaría a los policías de la localidad debido a su negativa a desalojar el corte y que, en cambio, llevaría al grupo especial de asalto BAO (Brigada de Acción Operativa) para establecer la vigilancia en el corte de camino.

Mucho menos pensaban que esos agentes instalarían varios de sus móviles a la salida del pueblo y detendrían a todo auto que traspasara sus límites y tomarían nombres y documentos de los pasajeros en una clara acción disuasoria para que no se sumen al corte. Sin embargo, todo esto ocurrió en unos pocos días que configuran un hecho político que, probablemente, será conocido como “el Famatinazo”.

El convenio firmado a fines de agosto habilita a la Osisko a explorar en el cordón montañoso del Famatina para instalar minas a cielo abierto que provocarían, según las asambleas ciudadanas de la región y especialistas ecológicos, el peligro de una tragedia ambiental. “Esa minería, a diferencia de la tradicional, es intrínsecamente contaminante –señala Enrique Viale, presidente de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas–.

En Famatina, el oro está tan diseminado que la empresa necesita volar las montañas para sumergir la piedra en sopas químicas que separan la roca del mineral. Se usarían toneladas de explosivos, cantidades enormes de energía y muchísima agua de los glaciares combinada con cianuro. En San Juan, la Barrick Gold ya usó 500 mil toneladas de explosivos, la mitad de lo usado en la Segunda Guerra Mundial. Entre Pascua Lama, San Juan y La Alumbrera, en Catamarca, se usa casi toda la energía de la central Atucha I. Las consecuencias son devastadoras.”

La consciencia sobre esas consecuencias es masiva. “La mayoría de nosotros no quiere que la minería a cielo abierto sea una actividad que se desarrolle en la zona –advierte el intendente Ismael Bordagaray, de 35 años, reelegido en una lista vecinal que acompañó al oficialista Frente para la Victoria–. Seguir lo que desea la mayoría es uno de los preceptos básicos de la democracia y eso es lo que haremos. El gobernador Beder Herrera tiene que escuchar a los ciudadanos afectados.”

“Siempre acompañé al pueblo de Dios, peregrine donde peregrine –explica Omar Daniel Quinteros, cura párroco de la ciudad–. En Famatina ese acompañamiento es contra la megaminería, contra sus maneras de operar con cianuro y grandes cantidades de agua.” Cada vez que hubo una alerta represiva, el cura dejó que sonaran las campanas de la iglesia para alertar al resto de la población. “El poder político ha pedido mi traslado por eso”, admite.

Los vecinos de Famatina protagonizan la movilización. Todas las noches se realiza una vigilia al costado del camino cortado, de la que participan más 400 personas atentas a un avance policial. Durante la vigilia, más de mil famatinenses se hacen presentes, preparan las comidas, instalan quinchos y heladeras para guardar las donaciones; señoras maduras rezan el rosario en voz alta por el triunfo de la lucha.

Los ciudadanos discuten qué medidas habría que tomar, de producirse la represión. Los carteles que se pegan en todos lados dan la respuesta: “Resistencia pacífica”. Así actuaron frente a un grupo de hombres denominados Grupo Minero que intentó traspasar el corte blandiendo machetes y horquillas, la semana pasada. Ante su actitud firme, se tuvieron que retirar.

Hay quienes sostienen que el gobierno impulsa el enfrentamiento entre civiles para usar las fuerzas policiales bajo la forma de “pacificación”. Sin embargo, la masividad de la protesta y la decisión de los habitantes de Famatina y Chilecito permiten pensar que usar la violencia sería una torpeza de gran magnitud política. “Estoy aquí por ella –dice Iti Ramírez señalando a su hija Flor, de 13 años–. Estamos aquí peleando por la vida. Hemos aprendido que, en Famatina, el agua vale más que el oro.”
Publicado por Osvaldo Buscaya

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