Los Estados tienen formas legales de proteger la naturaleza. Sólo que no son leyes fundamentales, de máxima protección (como las que protegen -aunque no en todos los países- los derechos fundamentales de las personas). Dicho claramente, las leyes del medio ambiente se pueden saltar, dejando desprotegido un bien que es de todos, recursos naturales básicos para la vida humana.
Ante esta indefensión en la práctica, en
Nueva Zelanda han decidido probar un nuevo método poco ortodoxo: declarar como
persona jurídica a un río. De este modo, se equipara en derecho con los
ciudadanos.
Una estupenda noticia para el afortunado río, que, si fuera persona real, saltaría de alegría. Más allá del caso concreto, puede crear un precedente que beneficie a la naturaleza en su conjunto, al medio ambiente, mientras perjudica a las empresas que esquilman los recursos naturales en beneficio propio.
Una estupenda noticia para el afortunado río, que, si fuera persona real, saltaría de alegría. Más allá del caso concreto, puede crear un precedente que beneficie a la naturaleza en su conjunto, al medio ambiente, mientras perjudica a las empresas que esquilman los recursos naturales en beneficio propio.
La lucha ha sido larga. Grupos
ecologistas e indígenas que dependen del agua del río en cuestión llevan años
reclamando sus derechos, que, en realidad, son losderechos
del río.
Por fin, lo han conseguido y se reconocido al río como persona legal, con el
correspondiente disfrute de derechos que supone.
La iniciativa ha sido impulsada por los
miembros de la comunidad indígena de Whanganui
iwi,
quienes siempre han estado íntimamente relacionados con este río, del que,
incluso, han tomado su nombre: Whanganui.
El funcionario que sirvió de nexo entre
el grupo indígena y el Gobierno ha declarado que el acuerdo reconoce el estatus
del río como “Te Awa Tupua” (un todo integral viviente). La inextricable
relación entre los iwi y el río es un paso para la resolución del histórico
sufrimiento de estos indígenas. Es un caso de importancia nacional, sentenció
el funcionario.
Quizá sea el camino para que los
Estados, a través de unas leyes más justas, protejan de manera efectiva el
medio ambiente. Sólo hay un planeta. Será mejor no acabar con él.
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