Segunda parte: ¿la ciudad del progreso o la ciudad de los "espejitos" (de colores)? Entrevista a Martín Maliqueo.
“...De lo que sí estamos seguros es que “Desarrollo” es lograr el equilibrio entre las necesidades de los pueblos y el medio ambiente...”
“...En cuarto lugar, en el marco del Consenso de los Commodities y en nombre de las “ventajas comparativas”, los gobiernos latinoamericanos promueven un modelo de inclusión anclado en el consumo, en el cual la figura del ciudadano consumidor sobredetermina el imaginario del “buen vivir”, en clave plebeya - progresista. El acoplamiento de corto plazo entre avance del Estado, crecimiento económico y modelo de ciudadano consumidor aparece como condición de posibilidad de éxito electoral (no en vano varios gobiernos latinoamericanos fueron reelegidos en esta coyuntura, para comenzar, por el propio kirchnerismo). Los patrones e imaginarios sociales de consumo están vinculados con determinadas ideas hegemónicas sobre el progreso. Ya hemos dicho que la congruencia entre patrones de producción y de consumo, la generalización de un “modo de vida imperial” (Brandt y Wissen, 2013), hace notoriamente más difícil la conexión o articulación social y geopolítica entre las diferentes luchas (sociales y ecológicas, urbanas y rurales, entre otras), y de sus lenguajes emancipatorios...”
Maldesarrollo. La Argentina del extractivismo y el despojo - Maristella Svampa y Enrique Viale.
El aporte de YPF, las fracturas del suelo y la tierra con olor a gasoil.
Martín Maliqueo está enfrente mío. Ceba mates y habla. Yo tengo unos "papelitos" blancos y el grabador de voz entre los dedos. Lo apoyó en una mesa de madera. Estamos sentados en su casa, que es pequeña. Tiene un fogón de leños encendidos -dentro de una estufa hecha con material-. Su familia lo acompaña. Algunos juegan en la habitación contigua, otros están detrás de él, en la cocina. Afuera hace frío y está nublado, un gallo canta cerca (casi dentro de la casa), dos perros golpean la puerta como queriendo refugiarse.
*Martín Maliqueo es el Werken (secretario) de la comunidad Winkul Newen, ubicada en el Paraje Rural Portezuelo Norte (Sierras del Portezuelo) de la provincia de Neuquén. A Maliqueo le realicé una única pregunta. Luego, de ello él me respondió, con un preciso relato cronológico, durante 42 minutos. Martín se encargó de relatar la historia que antecede los hechos violentos que concluyeron con acusaciones judiciales en su contra y en contra de Relmu Ñamku (Véase Primera parte: ¿Quién es “tina”? La primera muerte. Y el pensamiento de Relmu Ñamku).
¿Cuál fue el primer contacto con las empresas petroleras? Es decir, antes del conflicto en la que tu madre fue golpeada y la fiscal Verónica Pelayes se presentará en tu casa, la empresa petrolera “Apache” ya había instalado 9 bocas de pozo de petróleo: ¿qué pasó en ese tiempo? ¿Cómo se produjo la instalación de la primera boca? ¿Si es qué este fue el primer encuentro con YPF?
En principio la explotación en el lugar comenzó desde hace bastante tiempo. Cuento un poco la historia de mi abuelo y de mi padre: ellos vivían en otro lugar cercano que se llama Cerro bandera; vivían desde antes que estuviera trazada la Ruta Nacional N° 22 -por donde hoy hace su recorrido Cutral-Co - Plaza Huincul y el resto de la provincia-. Cuando ellos vivían ahí todavía no estaba la ruta.
En 1949 YPF hace un pozo exploratorio en el lugar y descubre que hay petróleo. A partir de ahí empieza todo una situación de mucho conflicto. Mi abuelo decidió retirarse un poco de lo que era la actividad, desde ese entonces, de YPF. Todavía, hasta el día de hoy, están las muestras de las "Rucas", de las casas; todavía están las taperas donde ellos vivían, donde ellos nacieron, se criaron. Y están dentro del yacimiento Cerro bandera.
En el yacimiento Cerro bandera se desarrollaron, en la actualidad, cerca de 200 pozos petroleros y de gas. En aquellos años, la actividad era nueva y no se conocía nada; siempre se escuchaba hablar sobre los años de bonanza de YPF, pero en definitiva todos estos beneficios nunca se vieron reflejados en favor de la gente que vivía en el lugar. YPF nunca mejoró la calidad de vida de las personas de esa época. Mi padre, por ejemplo, era un hombre que no sabía leer ni escribir. YPF jamás construyó una posta sanitaria; jamás construyó una escuela; jamás construyeron casas a los pobladores del lugar. Sin embargo, la gente que vivía en medio del yacimiento veía las consecuencias de forma permanente.
Me acuerdo cuando tenía seis u ocho años -de ahí hasta los 12, que fue el tiempo que pude compartir con mi abuelo- de tener que lidiar con la explotación petrolera. Era tener que ver casi todos los días los corderos y los chivos cubiertos de petróleo. En aquella época mi abuelo tenía muchos animales y sabían andar 20 o 30 corderos empetrolados; solían andar dos o tres meses todos negros, con petróleo; es decir, no había ningún resguardo, ni ninguna protección para evitar que los animales se acerquen a las piletas con petróleo. Eso fue afectando, en gran medida, la actividad ganadera de esa época.
Al lado de la estufa a leña hay una ventana grande y amplia por donde ingresa una tenue luz grisácea; por donde se puede ver caer una fina garúa. Martín tiene aún la ropa un poco húmeda. Caminó mientras llovía cerca de los pozos de petróleo, en busca de sus chivos (cerca de 100) que estaban refugiados del frío en un valle pequeño y cercano. Los chivos tienen una lana blanca brillosa, que al humedecerse se vuelve opaca. Caminan lento, y acostumbran a rodear la casa de Martín en busca de un poco de calor. Cerca del valle, entre el refugio de los animales, hay tres pozos de petróleo. Estos son visibles desde distintos puntos de la casa de Martín Maliqueo.
Hay un expediente de mi abuelo de 1930 o 1935 en donde a él se lo identifica y se lo registra como ocupante de esos lugares, donde hoy se encuentra el yacimiento Cerro Bandera. Después, con el transcurrir de los años, mi abuelo ingresó un poco más adentro, hasta llegar a lo que es hoy Sierras del Portezuelo -que es el lugar donde hoy vivimos, donde estamos ahora-. Busco lugares con más cantidad de agua para sus animales. Luego, esos mismos terrenos, se los dejaría como herencia a mi tío: un puesto con jagüeles, con dos pozos de agua importante. También le dejo a mi padre una aguada natural -creo que es el único “ojo de agua” de la zona-. Y ahí nos criamos nosotros -como nietos de mi abuelo-, alejados de la zona petrolera, porque el fuerte estaba en Cerro Bandera.
En el año 92’ fue la primera intervención de YPF.
YPF decidió hacer exploración sísmica para buscar petróleo -ya lo habían hecho en el año 70’-. En el año 70’ se hizo prácticamente una radiografía de la tierra. La hizo una empresa rusa o canadiense. No recuerdo bien. Hizo exploraciones, prácticamente, en todo Neuquén y la Patagonia. Estuvo años y años haciendo estudios -hasta el día de hoy se encuentran los pozos con los cuales ellos hacían los estudios de suelo-.
En el año 92’ llegó la empresa Veritas (Bureau) a hacer exploración sísmica, ya con otros métodos. Ya no eran los mismos métodos que había utilizado la empresa rusa de 1970. Y empezó a usar nuevas técnicas que consistían en realizar vibraciones en la tierra para detectar napas de petróleo o gas. Este fue el primer ingreso. Luego, en el año 2000 concretarán su estadía perforando en los lugares que habían detectado y marcado como reservas de petróleo.
En el año 96’ la empresa UGA (Unión Geofísica Argentina) hizo también sísmica. Y fue ahí que comenzamos a notar muchos impactos negativos en la vida diaria, en los lugares donde vivía mi madre y mi padre. Ellos tenían pozos de agua, tenían jagüeles de agua dulce; era un agua prácticamente mineral, de muy buena calidad. Y había mucha agua, en abundancia. Mi madre solía tener huertos, solía tener plantas de frutales, árboles; sabía utilizar verduras -diariamente- desde su huerta. Y en el 98’ hicieron sísmica a 50 metros de la casa y de ahí nosotros comenzamos a notar una afectación en la napa de agua, porque después -a los años siguientes- ya los pozos se secaron, dejaron de dar agua –cuando hacía más de 20 años que estaban esos pozos, esos jagüeles-. Desde entonces que comenzamos a ver un impacto muy negativo de la actividad sobre la gente del lugar. Ya no se podían tener huertas, los frutales se secaron. Se tuvo que empezar a pedir agua al gobierno, a los municipios, a la provincia para que nos asistan con agua potable porque no había. Si había agua para los animales, pero no había para el consumo humano -el agua que es para los animales, es bastante salitrosa. Tiene bastante sal-.
En el año 2000 la empresa Pioneer (Estados Unidos) decidió desarrollar muy fuertemente un yacimiento en Loma Negra. Y comenzó a perforar. Empezó en el verano -en los meses de enero y febrero- y para el mes de abril ya habían hecho más de 40 pozos. Fue una explotación masiva la que hizo y afectaron el pastoreo de familias vecinas; de familias colindantes del pastoreo nuestro.
El día anterior habíamos estado caminando con Maliqueo alrededor de los 9 pozos ubicados estratégicamente a 500 metros de su casa. Cerca divisamos letreros y anuncios de precaución. La tierra era de un color negro opaco, con un nauseabundo olor a gasoil. Sólo pudimos ver gramilla seca improductiva. Los únicos pozos que apreciamos fueron los de petróleo, que estaban en situación de abandono, a la intemperie. En el suelo, Martín me señaló las quebraduras que comienzan desde las instalaciones y continúan hasta 50 metros de distancia, para volver a avanzar incontenibles. En los pozos no se registra actividad hace varios meses, pero si se puede detectar el petroleo sobre la superficie, y las precarias piletas de contención que no superan los 60 cm de altura.
La familia Purrán, los 40 pozos y la figura judicial de “Usurpación”.
Desde el año 30 o 40 que existen registros de una familia de apellido Purrán, que eran descendientes del Toqui Purrán -uno de los grandes luchadores del pueblo mapuche en la época de la Conquista; que resistió dando pelea al ejército argentino-. Quedaron esos descendientes de Purrán. Y en aquellos años se recuerda, por personas mayores que asistieron -cuando eran chicos- a las ceremonias que realizaba Feliciano Purrán -que era el descendiente del Toqui Purrán-. Y como la mayoría de la población reivindicaba su origen de pertenencia al pueblo mapuche, pero no estábamos organizados como comunidad -porque nunca habíamos tenido problemas tan complejos como este-. Siempre vivimos en el lugar, comunitariamente, como vecinos, pero nunca organizados. En el año 2000 se decidió que nos debíamos organizar en comunidad. Y se constituyó la comunidad Longko - Purrán -en recuerdo y homenaje al Toqui Purrán y a la familia Purrán que en años anteriores desarrolló fuertemente la cultura a través de hacer ceremonias mapuches.
Una vez restituida la comunidad Longko - Purrán, en el 2002 comenzaron una serie de acciones en el lugar -no donde estamos ahora, sino del otro lado del cerro, en lo que era el yacimiento Loma Negra-. Se hicieron en el año cerca de ocho acciones. Se cortaron los caminos, los accesos. No se permitió la entrada a la empresa. La policía fue en más de dos oportunidades para reprimirnos. Cortamos la Ruta Nacional Nº 22. Hicimos “volanteadas”. Es decir, una serie de actos de resistencia. Producto de esas situaciones atravesamos un juicio en el año 2005 acusados de “Usurpación” y “Turbación a la posesión”. Causas que quedaron de los años 2001 y 2002 -que fueron años de acciones fuertes dentro de la comunidad-. Con esto se logró frenar el avance de las petroleras. Se logró la no aceptación de ninguno de los acuerdos que pretendía imponer la empresa. Porque los acuerdos eran fuera del marco de la ley, respondiendo a la figura de la “Buena vecindad”.
En ese tiempo estuvimos en la legislatura, hicimos venir al territorio a una comisión de diputados. Al año siguiente de organizarnos logramos obtener la personería jurídica. Fue una lucha intensa para lograr detener la actividad petrolera. También los daños fueron múltiples. Hubo mucha mortandad de animales. Muchos animales que caían a las piletas a cielo abierto. Animales que tomaban agua y luego morían. Y de eso la empresa nunca se hizo cargo, nunca se responsabilizó. Tampoco el Estado.
En el año 2003, llegó, de la noche a la mañana, una casilla y una máquina abriendo el camino. Y así fue como perforaron e hicieron la primera locación, fuera de cualquier marco legal. Nunca nos consultaron. Desde ese momento comenzamos a realizar otras acciones desde otros puntos del territorio. Nosotros jamás no imaginamos -cuando éramos chicos- que podíamos vivir la realidad que hoy estamos viviendo. Porque esta zona estaba cubierta de cerros, estaban los mejores sectores pastoriles para los animales. Entonces, nunca nos imaginamos que, tiempo después, andarían vehículos por estos lugares.
Comenzamos a recopilar información hasta confirmar que las empresas petroleras tenían un programa para realizar 40 pozos. A partir de ahí la lucha se convirtió en diaria, porque ellos querían perforar los 40 pozos. Todos los días veíamos gente caminando por el campo con GPS y otros aparatos para encontrar los registros de lo que había hecho la empresa sísmica; para encontrar los puntos donde se había determinado que podía haber petróleo y gas. Es así que cuando los encontraban colocaban estacas con letreros: Pozo Portezuelo Norte 1, Pozo Portezuelo Norte 2...Hasta llenar de estacas todo el campo. Marcaron los 40 pozos. De ahí comenzamos una lucha fuerte, porque ya en el 2003 hicieron el primer pozo, el segundo, el tercero...Hasta llegar a los 9 pozos de la actualidad.
En ese tiempo todavía estaba mi padre con vida. El todos los días salía al campo y llegaba con una noticia nueva a la casa: “que los ‘gringos’ andaban caminando por el campo”, “que se habían metido por tal lugar, por tal otro...”.
Yo en esos años, cuando se organizó la comunidad Logko - Purrán, era Werken (secretario) de la comunidad. Y había decidido irme a Cutral - Co para estudiar y trabajar, porque acá no había mucha oportunidad de desarrollo. Pero mientras estaba en el pueblo, mi padre me iba a visitar y me contaba sobre las novedades en el campo: “que hicieron una picada por este lado”, “que hicieron un gasoducto”. “Que están haciendo una planta arriba del cerro”. Hasta que decidí renunciar a los proyectos personales que había encarado para volver al campo a pelear por las tierras. Y fue una pelea constante. Todos los días había que salir, de a caballo, a correr a la gente del campo, a los contratistas que iban a hacer las locaciones al territorio. Esto nos modificó totalmente la forma de vida en el campo.
Al volver a la casa, luego de caminar por los pozos petroleros, Martín Maliqueo me mostró la edificación de su casa. Me enseñó desde que altura había continuado su casa, y que es lo que había antes de que él construyera: un pozo de agua y gas que construyó y abandonó YPF.
Una casa sobre una pileta de agua.
El 22 diciembre de 2004 decidimos instalarnos acá, en este lugar. Todavía no teníamos la casa, no había nada. Solamente había una pileta, que justamente la había construido YPF en el año 1950 sobre un pozo exploratorio que habían descubierto y en el que había mucha cantidad de agua. Había construido una pileta que tenía 10 metros por 3 de ancho y con una altura de 1 metro 20 cm. Nunca vimos a nadie. La pileta estaba en el medio del pastoreo sin ningún uso, llena de tierra. Siempre la usábamos como mirador. Cada vez que veníamos a ver los animales, pasamos un rato a la pileta y nos quedamos. Pero nadie vivía acá. Fue entonces como en el 2004 decidimos parar la actividad. En ese entonces había una empresa que se llamaba Transportes Seifert. Esa empresa estaba construyendo tres locaciones. De estas nueve que alcanzaron a hacer. Nos opusimos.
El 28 de diciembre de 2004 nos vinieron a desalojar, a reprimir, alrededor de 60 policías. En este desalojo golpearon a mi madre, nos golpearon a nosotros -que éramos 15 personas: entre ellos mi hermana, mi sobrino; todos chiquitos. Y 8 personas adultas-. Nos arrastraron por el suelo. Una situación sumamente dramática. Nos reprimieron. Y producto de esa represión quedó un peñi (hermano), que era mapuche de una comunidad cercana, que había venido a apoyarnos; por defender a mi madre le pegaron un escopetazo en la pierna -a muy corta distancia. Le abrieron la pantorrilla del pie-. Recién, como consecuencia de esta agresión, se decidió detener la represión. Llegamos a las diez de la noche y teníamos todo el campo militarizado. Llegó hasta el lugar un abogado -en ese momento era el diputado Moraña- de Cutral - Co. Se vino directamente desde la Legislatura hacia acá para mediar en el conflicto. La policía se tenía que retirar, pero finalmente nos iniciaron una causa a nosotros.
En el 2007, a raíz de la causa que nos había cerrado, fuimos a un juicio. Por esos días participé en “El Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU”, por lo que denuncié toda esta situación de atropello que estábamos viviendo en la comunidad. Cuando regresé al país, en Ezeiza me encontré con un pedido de captura por parte de la justicia. Estuve 48 horas detenido en Ezeiza. Porque, supuestamente, había salido una notificación para llevar adelante el juicio -y nosotros no sabíamos de esa situación-. Se había fijado la audiencia y nosotros no nos habíamos presentado al juicio. Y por eso había librado un pedido de captura. Pero no se justificaba la detención, porque yo venía ingresando al país -no estaba saliendo-. Igual quedé detenido hasta que el abogado pudo presentar la excarcelación. Un mes después se realizó el juicio. En junio de 2007 logramos afrontar el juicio. Los cargos, también, fueron de “Usurpación” y “Turbación a la posesión”. Quedamos sobreseídos de ese juicio. Uno de los jueces que dio el fallo dijo que: “nadie usurpa lo que le pertenece”. Así concluyó la sentencia el juez. Producto de ese fallo decidimos parar el yacimiento que se había levantado en Portezuelo Chico. Paramos el yacimiento por acciones nuestras. También nos denunciaron. Nosotros denunciamos a la empresa. Lo cierto, es que se paró la explotación. Por la presión nuestra. No la paró la justicia. No la paró el gobierno. La paramos nosotros.
Los "espejitos" de colores y los derechos individuales.
En el año 2010 se cumplieron tres años en el que el yacimiento estuvo parado. En el transcurso la empresa estuvo haciendo un “trabajo fino” en el interior de la comunidad Longko - Purrán para debilitarnos en nuestros reclamos. Porque como yo sigo afirmando -mientras a mí me tocó estar cuatro años como Werken y luego cuatro años como Longko- siempre mantuvimos una postura: y esta era que si la empresa quería acordar con nosotros un resarcimiento, ese resarcimiento se tenía que hacer en el marco de la legislación. Se deben realizar estudios para determinar cuántos daños produjo la empresa y cuánto son los daños que tienen que pagar. Nunca aceptamos lo que la empresa ofrecía. Ofrecía “por simples molestias” una x cantidad de dinero. Nunca aceptamos. Pero después la empresa llegó a realizar un “trabajo más fino” en el interior de las familias más afectadas en otro yacimiento, principalmente en el yacimiento de Loma Negra.
En el 2008 se renueva la comisión directiva y nosotros decidimos entregar la directiva y no ser más parte de la comisión de la comunidad Longko - Purrán. Y a los 20 días de haberse constituido la nueva comisión, esa nueva comisión firmó un acuerdo con la empresa Pioneer -que ya era Apache, porque Pioneer estuvo hasta el 2005. En el 2006 pasaron todo los activos de la empresa Pioneer a la empresa Apache, que también es una empresa americana-. Al mes la empresa ya le había entregado plata a la comunidad. Le había entregado un auto usado. Entonces, la empresa comenzó a hacerles brillar “espejitos” de colores a la comunidad.
En un momento determinado la comunidad nos viene a amenazar a nosotros, advirtiéndonos que la comunidad había firmado un acuerdo y nosotros debíamos desistir de la decisión de no dejar ingresar a la empresa. Nos advirtieron que ese día, a las diez de la mañana, la empresa iba a ingresar a operar nuevamente el yacimiento -luego de dos años-. Nosotros que éramos los directos afectados por el yacimiento les dijimos que: “nosotros los íbamos a respetar en el marco de la comunidad, pero dentro de la comunidad también hay derechos individuales”. Y por lo tanto a nosotros en ningún momento se nos consultó ni dimos nuestro parecer como familias afectadas para saber de qué se trataba el convenio, cuales iban a ser los beneficios para nosotros que éramos las familias directamente afectadas: ¿de qué manera íbamos a ser resarcidos? Ellos nos respondieron que si queríamos saber algo teníamos que asistir a una reunión. Entonces ahí comenzamos a ver algo oscuro.
Ese mismo día -antes de las diez de la mañana-, nos empezamos a organizar. Yo fui a ver al resto de mi familia que está en un puesto cercano. Fui a avisarle al resto de mi familia en Cutral - Co. Y todo se realizó en pleno meses de pariciones - octubre y noviembre-. Cuando vuelvo de los puestos me encuentro al lado del salón -que tenemos hoy- al “Longko” de la comunidad José Rubilar junto a Eduardo Badano -que era un abogado, que había, supuestamente, comprado las tierras, en un remate judicial-. Nos encontramos con ellos que nos estaban cortando las cadenas que nosotros habíamos puestos en esas tranqueras -la misma tranquera que da a la entrada principal del yacimiento-. Aquí es donde se produce una fuerte división de la comunidad. Nosotros optamos por separarnos, por desvincularnos de la comunidad Longko - Purrán. Porque veíamos que iba a ser imposible poder trabajar en conjunto, como comunidad. Así que decidimos desvincularnos. Renunciar a la comunidad. No al territorio. Desde ese entonces comenzamos a trabajar en la organización de una nueva comunidad, que es la que seguimos sosteniendo hoy: la comunidad Winkul Newen.
Medida cautelar.
Desde el año 2008 al 2010 hubo mucho hostigamiento por parte de la empresa, por parte de terceros, que venían mandados por el gobierno, otros que venían mandados por la empresa. Para decirnos: “que la empresa quería acordar”, “quería entrar”, “que si nosotros no queríamos aceptar la empresa iba ir por la vía judicial para pedir una medida cautelar para ingresar”. Lo cierto es que el yacimiento estuvo tres años parados.
Después del 2010 la empresa logró ingresar para volver a explotar el yacimiento.
En el año 2012, luego de dos años de hostigamientos, se tocó fondo en varios aspectos: una patota atacó a un grupo de familias cercanas. A mi madre la golpearon. A mi sobrino lo balean por la espalda, en la pierna, siendo un menor de edad de 16 años. A nosotros nos desalojaron, en ese tiempo, en más de ocho oportunidades. Caía la policía con escribanos a notificarnos y hacernos causas.
El 28 de diciembre del 2012 estábamos saliendo de un entierro -porque había fallecido una sobrina nuestra el día anterior-. Mientras estábamos reunidos en esta casa vimos una serie de movimientos de camiones, camionetas y máquinas en un portón cercano al salón -ya la tranquera no estaba. En cada orden de desalojo se llevaban una tranquera y se llevaban los alambrados-. Vimos todos los vehículos parados sobre el alambrado. Cuando nos acercamos a ellos, nos enteramos que era un nuevo desalojo. Pero, a pesar de la situación que estábamos atravesando por la pérdida de un familiar, decidimos resistir descargando toda nuestra rabia y bronca.
Ese día quedamos detenidos. Con el transcurrir de las horas nos detuvieron en Zapala. La policía rodeó la sede de la Confederación Mapuche que se encuentra en Zapala. Nosotros habíamos ido a notificar al abogado de unos papeles que habíamos encontrado en el alambrado. Después de ver al abogado nos enteramos que era una medida cautelar que la empresa había logrado sacar en contra nuestra para poder operar el yacimiento. Estuvimos 24 horas detenidos.
La casa de Relmu y Martin no tiene agua, ni gas natural, ni posee electricidad. No hay cerca de la casa de Relmu una posta sanitaria, ni una escuela, ni un organismo institucional capaz de contener sus necesidades e inquietudes. La casa de Relmu y Martín está (literalmente) sobre la boca de un pozo de gas, pero no tienen la posibilidad de acceder a ningún servicio básico. No les corresponde. Sus derechos a acceder a una vida digna e inclusiva están supeditados a convenios empresariales y estatales; está sujeto a su propia exclusión. La vida con servicios y recursos plenos no se presenta como un derecho. Es un bien de cambio: “yo te brindó agua si vos aceptas el destierro”. “Vos accedes a una posta sanitaria si aprobás mis ambiciones -que van en contra de tu salud y la de tus hijos-. “Vos serás un sujeto de derecho sólo y a partir de mi bienestar económico. Mientras tanto solo recibirás exclusión, denigración y abandono. Persecución judicial, política y mediática”.
Los medios, el poder político y las empresas no sólo parecen minimizar el impacto sobre el aire, el agua y la tierra -como tampoco parece muy dispuestos a explicar que van a hacer con los desechos- que produce la explotación hidrocarburífera sino que además están decididos a establecer consensuadamente un pacto de silencio en donde no se contemple las vidas de las personas y su salud; como si los números estuvieron impedidos de ser humanizados.
No hay estadística extractiva que pueda contemplar e incorporar a un ecologista, a un mapuche, a un trabajador "golondrina", a un escolar neuquino. A un sueldo inferior a los 10 mil pesos.
¿Qué la tierra (fértil) posea olor a gasoil no representa una problemática que compromete a la ciudadanía en general? ¿Durante la explotación convencional y no convencional petrolífera no se compromete el agua de toda la comunidad neuquina? Por lo tanto, las inexplicables políticas de contención y la poca planificación de la industria petrolera ¿no coloca en riesgo la producción frutícola del Alto Valle? ¿Realmente 3 mil dólares -que es el sueldo mínimo de un empleado petrolero en Neuquén- puede justificar el sacrificio de las tierras cultivables, el agua dulce y la salud del resto de la población -incluso del propio empleado-? Finalmente, y siguiendo con las reflexiones entorno a la noción de progreso: ¿cuales son los argumentos económicos, sociales y culturales que permiten que determinados barrios (Confluencia) y ciudades (Añelo) significativas de la provincia de Neuquén permanezcan aún hoy -luego de más de 50 años de presencia del Movimiento Popular Neuquino e YPF- en situaciones paupérrimas y decadentes, como si se trataran de viejas postales de la década del 30'?
La cultura popular continúa, aún hoy, proponiendo que las comunidades mapuches son un puñado de tipos sucios, que andan en “pelotas” detrás de las montañas. Aún hoy se sigue mirando a las comunidades mapuches como seres salvajes, sin moral y cultura. Pertenecientes a un hoja histórica del imaginario argentino. Aún hoy la cultura popular neuquina -como así también nacional- continúa defendiendo y afirmando su indiferencia, distancia y rechazo a la cultura mapuche; aún hoy se sigue apreciando a la cultura mapuche como una cultura ajena, nociva e inferior, digna de ser eliminada.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario