NO al Fracking en Entre Ríos

Represion a Comunidad Qom "LA PRIMAVERA" (video sin editar)

Informe Telenoche Investiga Represión QOM

sábado, 8 de diciembre de 2012

Buenos Aires: Nube negra en el puerto ALGO MÁS QUE HUMO

http://www.revistaanfibia.com/cronica/algo-mas-que-humo


Viernes 07 de Diciembre de 2012

ALGO MÁS QUE HUMO

La nube negra que en el puerto de Buenos Aires produjo un pesticida cancerígeno, prohibido en la Unión Europea y más agresivo que el glifosato, causó 400 consultas médicas, 95 traslados en ambulancias y más de 100 edificios desalojados. El espectacular miedo de los porteños a un humo venenoso muy parecido al de algunos pueblos sojeros de la Argentina.

El primer hashtag del viernes 6 de diciembre, el 6D, el día más noticioso de 2012 en Argentina fue #NubeTóxica.
En la central del SAME de Parque Patricios la mañana sucedía: mates, chistes, gente de guardapolvo que iba y venía. Una cronista de Anfibia iba a hacer una entrevista que cerraría su investigación sobre el Sistema de Atención Médica de Emergencias, ese gigante de la asistencia urgente que recibe un promedio de 1.500 llamadas diarias. La cita había sido pactada hacía tiempo.
Un guardia con cara de aburrido custodiaba el molinete de la entrada. A las diezde la mañana, en el hall, Estela Morandi, Jefa del Departamento de Desastres del SAME, alta y robusta, unos 58 años, prendió un cigarrillo y encaró directamente a un grupo que estaba afuera. Se acercó a su hijo menor, que también trabaja ahí, y le susurró algo en el oído. Algo pasaba, o estaba por pasar. “Ahora no vamos a poder hablar. Estoy en medio de algo complicado. Esperame”, le dijo a la cronista y salió.
Dentro del salón, algunos empleados dejaron de reírse, se pusieron barbijos y partieron. Matías, un empleado de seguridad, cerró la puerta, ofreció barbijos para todos.
Qué estaba pasando.
Para qué ponerse esto.
—Se incendió un container en Puerto Madero. Hay una nube tóxica sobre la ciudad.
Apenas podían vislumbrar que en las próximas horas deberían atender a 413 personas por el humo que largaba un producto desconocido llamado Thiodicarb, que al entrar en combustión desprende un humo venenoso. De esas más de 400 personas afectadas, 97 fueron trasladadas en ambulancias del SAME a distintos hospitales de la capital.
***
Andrés Carrasco, director del laboratorio de embriología molecular de la facultad de medicina de la UBA e investigador principal del CONICET, no podía creer lo que estaba escuchando por la radio. Sergio Berni, vicejefe de Seguridad de la Nación, declaraba con su frescura habitual que los bomberos y la prefectura habían controlado la situación, pese a que no sabían con qué se iban a encontrar cuando abrieran el container. ¿Cómo que no sabían con qué se iban a encontrar?, dijo Carrasco en voz alta. Una manera ingenua de confesar lo mal que funciona el sistema y los protocolos de seguridad aduaneros en el puerto, pensó. Un acto fallido. ¿Cómo pudo decir eso? Hasta en las películas y en las series de televisión se muestra que para trasladar químicos y materiales tóxicos de esa magnitud hay una lista de medidas y controles que no se pueden pasar por alto. Los containers tienen números de serie, debería estar todo detallado. Se conformó: por lo menos, esto le muestra a la sociedad que nadie sabe, ni siquiera los que deberían saber, lo que hay adentro de esas cajas gigantes.



La sustancia que se hizo conocida el 6D fue el Thiodicarb, un insecticida prohibido en la Unión Europea desde 2007 y que llegó al país proveniente de Shangai, China, en el buque carguero Santa Inés.Al menos 30 contenedores, como el que sufrió el incidente, se encuentran todavía estibados en la terminal 4. El protocolo de intervención que se usó se tomó de la clasificación IMO (Cargas Peligrosas) de las Naciones Unidas. Según este informe, el Thiodicarb es una sustancia clasificada como 6.1 en la escala de mercancías peligrosas. Este tipo de productos están escalonados a partir de sus características químicas y de su grado de peligrosidad y van del 1 al 9. En el caso de las catalogadas en el nivel 6.1, son materiales que, en cantidades relativamente pequeñas, pueden dañar al ser humano, ya sea por inhalación, absorción cutánea o ingestión.
Al escuchar Thiodicarb, Carrasco ya sabía que se trataba de una sustancia que al entrar en combustión rompe la molécula y produce un gas sulfhídrico venenoso con color azufre. El Thiodicarb, en estudios toxicológicos, es carcinógeno y teratogénico. Puede producir cáncer al contacto prolongado y malformaciones en animales. El tan cuestionado glifosato está por abajo de esta peligrosidad.
Carrasco siguió toda la cobertura mediática de cerca. Le causó gracia ver cómo los medios llamaban al desastre como “nube tóxica”. A él, que recorrió toda la Argentina investigando los efectos devastadores del glifosato sobre los embriones humanos, ahora le venían a decir que lo que en los campos de soja y maíz era progreso, desarrollo, productividad, en la ciudad era una nube tóxica, el apocalipsis, el fin del mundo. Qué raro. Para Carrasco no hay diferencias: es el mismo producto, la misma irresponsabilidad de las empresas multinacionales, la misma permisividad del gobierno.
A pesar de todo, se entusiasmó. Había algo nuevo: los químicos se visibilizaban en la ciudad. La gente se podía dar cuenta que los productos entran en el país, andan en camiones, recorren 240 kilómetros y llegan a ciudades del interior de Buenos Aires como Rojas, Pergamino o Fontezueladonde Monsanto tiene sus plantas en las que fragmenta los agroquímicos y los vende en botellas a los productores. Quizás para eso servía la #NubeTóxica: alertar sobre las grietas del actual modelo de explotación agrícola.
***
La profesora de segundo año de la Escuela N°6 de Retiro llamó desesperada a una ambulancia. Dos alumnas de su curso se habían desmayado. Un humo extraño, denso, había entrado por las ventanas del colegio. Los alumnos se quejaban: les ardían los ojos, les picaba la garganta. El humo les dejaba un gusto raro, como a veneno, en la boca. Y un olor muy fuerte, como a pochoclo quemado. Las dos alumnas tenían los mismos síntomas: mareo, dolor de cabeza y desmayo. Una de ellas, Agustina,  no resistió el hedor. Hizo fuerza para respirar pero no le alcanzó: el oxígeno le llegaba vacío. Sus compañeros se tapaban la boca con lo que tenían a mano.
A los pocos minutos, el SAME cargó a las dos nenas. La madre de Agustina llegó al hospital una hora más tarde. Había tomado un taxi, pero el tránsito estaba imposible: la nube tóxica, la tormenta que se avecinaba, la paranoia de los que volvían a casa pensando que escapaban del mercurio asesino, los barbijos, los bocinazos descontrolados. Entró al Hospital Fernández cerca de las doce y media del mediodía con otro de sus hijos. Martín también va a la N°6. Sus pulmones de ocho años soportaron el gas sufídrico que había producido la explosión en el Puerto.
Sentada en la sala de espera, la madre de Agustina parecía tranquila. O su hija se desmayaba seguido, o estaba en estado de shock, o los médicos ya hablaron con ella. Tercera opción: “Mi nena está en observación. Le sacaron sangre, le hicieron un chequeo y la dejaron internada. Pero me dijeron que no es nada grave”, dijo. A eso de las cuatro, la nena fue dada de alta.
***
En el SAME nadie daba explicaciones sobre lo que estaba pasando. El hall empezaba a vaciarse. Los enfermeros —todos con barbijo— cruzaban la puerta sólo para hablar por celular. Adentro del SAME, maldita sea, no llegan las antenas, no hay señal. De fondo, se escuchaban las sirenas de las ambulancias que se alejaban del cuartel central en busca de la emergencia. La cronista de Anfibia salió para reportear su situación: “algo grave pasa, estoy encerrada en el SAME sin señal, me reporto en un rato”.
Desde el servicio de emergencias a Retiro hay unas 60 cuadras, casi cinco kilómetros. En la terminal 4 del puerto se había originado una combustión química que desplegó sobre Buenos Aires una densa capa negra. Fueron tres horas eternas en las que la ciudad se vio cubierta por un manto misterioso con olor a gas, a azufre. Fue un caos: la lluvia se transformó en rayos, truenos y baldazos de agua y la capa negra, en una suerte de psicosis colectiva. Colegios, empresas, y hasta la estación de trenes de Retiro, fueron evacuados. Los oficinistas del centro dudaban entre resguardarse en los edificios con las ventanas bien cerradas o huir a sus casas.
vicejefe de Seguridad de la Nación


http://www.alanwood.net/pesticides/thiodicarb.html
thiodicarb

CHINESE: 硫双威;  FRENCH: thiodicarbe (n.m.);  RUSSIAN: тиодикарб


STATUS:ISO 1750 (published)
IUPAC:(3EZ,12EZ)-3,7,9,13-tetramethyl-5,11-dioxa-2,8,14-trithia-4,7,9,12-tetraazapentadeca-3,12-diene-6,10-dione
CAS:dimethyl N,N′-[thiobis[(methylimino)carbonyloxy]]bis[ethanimidothioate]
REG. NO.:59669-26-0
FORMULA:C10H18N4O4S3
ACTIVITY:insecticides (oxime carbamate insecticides)
molluscicides
NOTES:
STRUCTURE:Structural formula of thiodicarb
PRONUNCIATION:thī-ō--karb  Guide to British pronunciation
INCHIKEY:XDOTVMNBCQVZKG-UHFFFAOYSA-N
INCHI:InChI=1S/C10H18N4O4S3/c1-7(19-5)11-17-9(15)13(3)21-14(4)10(16)18-12-8(2)20-6/h1-6H3

No hay comentarios. :

Publicar un comentario