NO al Fracking en Entre Ríos

Represion a Comunidad Qom "LA PRIMAVERA" (video sin editar)

Informe Telenoche Investiga Represión QOM

miércoles, 23 de diciembre de 2009


EDITORIAL DEL DOMINGO 20 DE DICIEMBRE 2009

El viernes retornamos de Dinamarca. Volvimos con la convicción de hallarnos como humanidad, y en relación al Planeta y a los cambios climáticos sobre los que se trataba de resolver políticas comunes por parte de las Naciones Unidas, en problemas aún más serios que los que comúnmente se supone. Tal como lo decíamos en nuestro anterior Editorial, los países del norte consiguieron que el tema central de la conferencia no fuese cuánto dejarían ellos de contaminar, o sea, en cuánto disminuirían sus propias emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, sino que ahora, por lo contrario, el tema deviniese en cómo podría captar el sur, en el sur, esas emisiones realizadas por el mundo industrial en el hemisferio norte… Esa fue la madre de todas las batallas llevada adelante por los más pobres, a lo largo de la Convención, el esfuerzo infructuoso, en definitiva, por hacer respetar los acuerdos de Kyoto, acuerdos que pese a estar vigentes, tuvieron una obstinada resistencia a ser reconocidos por parte del hemisferio norte, y que fuera saboteado desde antes que se iniciara la cumbre, como cuando trascendió con gran escándalo, un acuerdo secreto que cocinaban los EEUU con la UE para convenir políticas de disminución de emisiones al margen de la Cumbre.

La Cumbre termina de esa manera como un fracaso, en la medida en que los países presentes pareciera terminaron olvidando las razones de la verdadera convocatoria que los había llevado a Copenhague, y acabaron en una disputa entre potencias midiéndose su machismo al borde del abismo, particularmente en el caso de China y de los EEUU, pero también, en el caso de los que predicaron el derrumbe del Capitalismo, como si se tratase de un tema tan solo de modelos de país y no de modelos de vida…y de rescate de la casa común que nos contiene y en la que vivimos, y gracias a la que vivimos… La cumbre termina entonces, como un fracaso, en especial como un fracaso para el Planeta y sobre todo para la pobre humanidad de los países amenazados por los rápidos cambios climáticos que se suceden, y en ese sentido, vale recoger la desesperación de los delegados de Maldivia, de varios países insulares, de muchos delegados de Asia y de África, que son conscientes que ya no tienen demasiadas expectativas, más que las de prepararse para lo peor…lo peor que viene irremisiblemente, en especial para todos aquellos que se encuentran tan expuestos como ellos, al ascenso del mar, a los tornados y a los probables tsunamis.

Debemos tener en cuenta, sin embargo, que los delegados Norteamericanos no tenían el mandato del congreso de su país para firmar un tratado sobre el clima en Copenhague; que la ingeniería financiera para los bonos de carbono, dista de estar preparada para ser aplicada en el mundo global, menos aún cuando se piensa que en el proceso que viene, desde un punto de vista financiero, los bonos de carbono serían o podrían llegar a ser, un respaldo financiero tan importante como lo fue el petróleo en su momento. En este sentido, fue evidente que la desmesura de los líderes daneses, más preocupados por lograr su propio escenario de protagonismo en la escena política europea, que por la suerte del Planeta, adelantó y respaldó una cumbre de acuerdos imposibles y creó expectativas tan desmesuradas como imposibles de llevar a buen puerto. Todas las miserias quedaron penosamente expuestas. En especial, la naturaleza policial del Gobierno danés que frente a las protestas no vaciló en convertir a Copenhague en una ciudad ocupada por su propia policía, a la que se habrían sumado, según muchas evidencias, policías de otros países europeos, en especial Alemania, y en desatar una represión que terminó con miles de detenidos y con un clima de absoluta intimidación. Asimismo, quedó en evidencia la naturaleza proimperial del nuevo Brasil de Lula, base expansiva en América Latina de las mayores corporaciones, y plataforma global de los agronegocios y del reemplazo de los combustibles fósiles por los originados en la agricultura. Brasil, ganado por su enorme aspiración a compartir el centro del escenario, hizo de país amigo de las grandes potencias emisoras de carbono, y colaboró cuanto pudo en que la cumbre lograra extraviar los objetivos que la habían convocado, para devenir en una lisa y llana mega cumbre de negocios, donde pese a las amenazas ecológicas se continuará planificando la apropiación masiva de los recursos naturales.

Tanto Lula como tantos otros líderes que, provenientes de la izquierda, enfatizaran tanto las propias aspiraciones y derechos a la modernidad y al crecimiento, cuanto cuestionaran las actuales relaciones de dominio de unos países sobre otros, perdieron de vista, la situación global por la que atraviesa la tierra, y el irremediable final que nos espera a todos, si no logramos cambiar el rumbo de los actuales sistemas de explotación y de dominio de la Naturaleza. En ese sentido, nos es evidente y pese a tanto discurso que martilló la consigna puramente anticapitalista, que el problema ecológico no se resuelve con la derrota tan sólo del Capitalismo, y que, más allá que, pueda alegrarnos esa posible derrota, debemos ser muy claros en manifestar que innumerables experiencias habidas y otras, proyectadas en el ánimo de los líderes, nos convencen que, más allá del Capitalismo, el grueso de esos líderes seguirían realizando en el Socialismo, las mismas tropelías y abusos extractivos que han conducido a la situación actual del Planeta y a los actuales riesgos que pesan sobre la humanidad.

No podremos olvidar que cada norteamericano emite por persona y término medio, unos veinte kilos de carbono por año, y que mientras tanto, un español no llega a los diez kilos y alguien de Bangladesh apenas a un 0,2. Pero es tarde ya, a pesar de esa iniquidad, es tarde para reivindicar el derecho a seguir el mismo camino que llevó a los actuales desastres. Tal vez los más pobres y siempre que asumamos la ecología y el Planeta como nuestra propia casa, seamos los que más autoridad moral tengamos en este momento de terribles decisiones. El problema es que no lo hagamos y que oscilemos entre reclamar las financiaciones necesarias para adaptarnos a los cambios, lo cuál es justo; ofrecernos como oportunidad para los nuevos econegocios de morigeración, plantación de eucaliptos, siembra directa, etc, lo cual es reprochable, o caso contrario, retomar las viejas antinomias del siglo anterior entre capitalismo y socialismo, como si no recordáramos que lo que en buena parte condujo al colapso de la URSS, fue el propio desplome de sus ecosistemas debido al esfuerzo extractivista a que la condujera la carrera con los EEUU.

De tal manera, muchos de esos líderes nuestros, también, aportaron a sacar a la Cumbre de una posible vía de soluciones acerca del clima, porque pesaron más los propios derechos a reivindicar el poder repetir de manera tardía el camino de Europa, que, por otra parte, continúa de manera extendida, considerándose el único camino. Y de esa manera, más allá de las luchas de predominio entre países y de la obstinación de no bajar los actuales niveles de contaminación y la obsesión por el crecimiento, se expusieron tanto en la calle, cuanto en los círculos de debates en los foros alternativos, algunas cuestiones sobre el crecimiento, la ecología y los modos de construir otras sociedades desde la base, desde los desarrollos locales y desde las prácticas personales de responsabilidad ecológica, que, aunque es muy posible que disten de poder erigirse en alternativas políticas para las cumbres de países, ni tampoco en llegar a ser alternativas válidas como para generar una masa crítica que logre evitar la crisis ambiental hacia la que marchamos inexorablemente, sí, en cambio, podrían transformarse y de hecho están funcionando operativamente como amplios escenarios de prácticas que permitirían a muchos el poder sobrevivir. Lo que quiero decir, es que las propuestas de nueva sociedad, son también un entrenamiento para enfrentar coyunturas previsibles de colapsos ambientales, de crisis extremas y de hambrunas, situaciones en que las capacidades de innovar y de adaptarse a los nuevos términos establecidos por la Naturaleza, habrán de ser absolutamente decisivas.

Copenhague fue un fracaso o un retroceso, para las propuestas que se heredaron desde el Protocolo de Kyoto, pero fue también, y luego del once de septiembre y del atentado a las Torres Gemelas y la etapa de contraterrorismo absolutamente demencial que la siguió durante todas la administración Bush, la primera vez que el movimiento anti globalización, del que participamos, vuelve a medir con el Poder global sus fuerzas en la calle. En este sentido, debemos decir que, a pesar de la derrota de la marcha sobre el Bella Center del día 16 de diciembre y de no haber podido cumplir los objetivos que se diera la Coalición por la Justicia Climática, de romper la cumbre y establecer por fuera del Bella Center, un gran escenario asambleario de los manifestantes con los delegados de alguno de los países miembros, quedamos convencidos que no faltó demasiado para lograrlo, que se ha vuelto a tomar el camino de ocupar la calle y de intentar desde ella cambiar las políticas que habitualmente se pierden en los salones de la negociación, y que en ese camino existe voluntad de no retroceder. En Méjico mediremos nuevamente fuerzas, en tierras nuestras, en tierras americanas pero también, en espacios del tratado de libre comercio con los EEUU, cuando el escenario del poder transnacional se encuentre listo para lanzar los nuevos mercados de los bonos de carbono, cuando las experiencias para implementar los mercados certificados que logren atenuar el posible rechazo de los consumidores, se hallen avanzadas, cuando por último, el trabajo de maquillaje que llevan adelante las grandes ONG como la WWF que en todo el mundo se reconoce con el logos del osito panda y en la Argentina como FVS con el osito hormiguero, así como otras tantas grandes internacionales del ambientalismo funcional al sistema, hayan preparado la conciencia para que aceptemos que, el gran riesgo a que ha conducido el modelo actual y en especial la sociedad urbano industrial, es una oportunidad para nuevos negocios verdes o econegocios que le laven el rostro a los sistemas de explotación y consumismo.

En Méjico nuestros amigos de los movimientos ecologistas, están imponiendo una consigna sencilla que habremos de hacer nuestra: sin maíz no hay país… su fuerza y la carga simbólica que conlleva esa mera frase, acelera nuestros pulsos, porque hace referencia al arraigo, a la tierra y a la identidad cultural. Somos un continente mestizo, solo podremos vivir las nuevas doctrinas europeas del Decrecimiento renovándolas y haciéndolas renacer desde el pensamiento, que no filosofía, de nuestro inolvidable Rodolfo Kusch; desde lo fundante que, enraizado en la tierra como un pedúnculo, nos vincula al territorio, que nos hace humanos, que nos humaniza. Somos hombres de maíz, hombres de trigo, hombres de la algarroba o de la tuna, hombres de la pampa o de la montaña, hombres, en definitiva hombres. No existen hombres de los bonos de carbono para la agricultura, hombres de la siembra directa, de las semillas transgénicas y de los feedlots o corrales de engorde. Eso poco tiene que ver con la humanidad sino con sus lados más oscuros, y además y en especial, no tiene nada que ver con la Patria de nuestros padres, nada que ver con un Proyecto Nacional, es apenas basura del primer mundo, que compramos por buena, cuando ha sido largamente desechada. Otro mundo es posible y en Méjico nos esforzaremos por probarlo.

Jorge Eduardo Rulli

No hay comentarios. :

Publicar un comentario