JORGE RULLI
EDITORIAL DEL DOMINGO 25 DE OCTUBRE DE 2009
Un tiempo acelerado este tiempo de principios del siglo veintiuno, un tiempo más acelerado todavía el de esta etapa de la vida argentina: etapa llena de imprevistos, de sobreactuaciones y de trampas, espacio de terrenos minados y discursos falsos, tiempo de corporaciones voraces y de administradores ignorantes. En el carrusel de la política argentina cada día trae su propio afán, y mientras nos entretenemos con los titulares mediáticos, con la vorágine de los enfrentamientos tribales y con el desconcierto de los analistas, un diseño melódico obstinado, repite el esquema de una estrategia que nos conduce a nuevas y cada vez peores sumisiones.
El sistema tiene la capacidad de fagocitar conceptos y discursos, puede hacer propia la agenda que ayer fuera nuestra y hacer que las demandas extravíen los significantes que tuvieron para transformarse de subversivos en inocuos o conducirnos a senderos de fondos de saco. Esta ocurriendo con ese terrible genocidio que son las fumigaciones que acompañan al modelo de la sojización. Ahora y luego de muchos años de silencio y de complicidades, son variados los exponentes que predican contra el glifosato. Más allá de las polémicas enconadas que el tema suscita, es el nuevo e incierto camino hacia ninguna parte que se nos propone. Desde que llegó nuestra tan renombrada amiga francesa, no luchamos más contra el modelo del Agronegocio ni contra las Corporaciones, sino contra Monsanto. Luego, y a poco andar, descubrimos asimismo, que el causante de todos los males es el Glifosato, y le damos al bombo con el tema, hasta acallar toda emisión de ideas capaces de generar pensamientos sobre una alternativa posible para salir de la encerrona de los monocultivos y de la biotecnología... Diputados y diputadas que avalan las mismas políticas oficiales que profundizan el modelo de la sojización, encuentran sin embargo amplios espacios parlamentarios y mediáticos, para proponer prohibiciones del herbicida estrella de las sojas transgénicas.
Nos preguntamos si son o si se hacen... Nos preguntamos si piensan que somos tan idiotas como para creerles, para creer que podría prohibirse el glifosato cuando es la piedra basal de un sistema de producción que abarca veinte millones de hectáreas de cultivos, un modelo de agro exportación definitivamente colonial y afirmado en la cooptación de las dirigencias políticas, un modelo que, desde finales de la dictadura ha remodelado al país a capricho y necesidades de las Corporaciones. Sin embargo, les creemos, les creemos, porque estamos tan desesperados y necesitados de una esperanza, que les creemos, tan desamparados estamos como ciudadanos, que algunas víctimas recorren cientos de kilómetros para aplaudir los rostros simpáticos y tramposos del encubrimiento y de la distracción enajenante. Son los tiempos del maquillaje y de los discursos hipócritas y entretenedores, los tramoyistas políticos hacen su agosto en la feria de las vanidades y se aprovechan con descaro de la desesperación de las innumerables víctimas...
El modelo implantado es tan extenso, ha calado en tal profundidad y tiene tantas, pero tantas complicidades, que solo podría salirse de él con una estrategia muy firme y prolongada para cambiar el sistema, una estrategia desarrollada desde el Estado y generada desde un proyecto de país absolutamente diferente al que ahora sirven con absoluto desparpajo, más aún todavía, en el año de Raúl Scalabrini Ortiz. Dejar de ser el país que alimenta a los chanchos de China, requeriría patriotismo y férrea voluntad política, requeriría también recobrar la memoria de ese peronismo que alguna vez fuera, así como recobrar el amor por el propio pueblo que existía en esa Evita de foto retocada, melena al viento y camisa miliciana, que puede hallarse como burla al pasado en los despachos de los funcionarios.
No se ven tales valores ni restauraciones de memorias en el horizonte, pero aún en el caso de haberlos, y dada la profundidad y la extensión del modelo, sería imprescindible una estrategia prolongada de reconversiones productivas, una estrategia que implicaría realizar alianzas con sectores del campo y de la comercialización de granos, para que acompañen una transición lenta, hacia otros modelos productivos. Los actuales enconos y rencillas, las confrontaciones superficiales, ya que lo que está en juego es una riña que encubre toda discusión acerca de los destinos de los argentinos, no hace sino impedir toda posibilidad de tales reconversiones y más allá de los discursos vacíos acerca del glifosato, consolida un espantoso camino hacia nuevas y peores sumisiones globales.
La nueva conducción en el área de agricultura, es sencillamente, el poder desnudo del modelo de la sojización. Un sector de la Iglesia, que expresaría el desprecio más absoluto por los sufrimientos de la Creación, se ha hecho cargo de implementar la nueva etapa de las políticas rurales. Son los mismos que llevaron adelante desde el año 2002, el experimento atroz de alimentar con sojas transgénicas a los niños argentinos. Recuerdo todavía cuando discutí el tema con el actual asesor eminente del ministro, en aquel entonces a cargo de una de las organizaciones eclesiales responsables de implementar en los comedores para indigentes, el apartheid alimentario. Ante mis reclamos, me respondió con énfasis, que la Soja RR estaba autorizada por la Secretaría de Agricultura, y fue tal el modo terminante en que me lo expresó, que me convencí de que no hacia mayores diferencias entre los cerdos y los niños de las barriadas carenciadas.
Y si quedasen dudas acerca de lo que nos deparan los planes que elaboran las empresas y a los que responden con actitud perruna aquellos a los que votamos como nuestros representantes, está el reciente Congreso Forestal Mundial realizado en el predio ferial de Palermo, y que contó con el máximo apoyo de la Mesa de Enlace, de los grandes medios y también y en simultáneo, del Gobierno y de las dirigencias políticas. Cientos de empresas y Corporaciones transnacionales anunciaron oficialmente los nuevos desembarcos forestales sobre las tierras devastadas por la sojización. Algunos funcionarios internacionales anticipan unos veinte millones de hectáreas posibles, en la Argentina, millones de hectáreas implantadas con árboles para madera y para pasta de papel. El monocultivo de eucalipto sucede, de esa manera, a los monocultivos de soja. El monocultivo de Eucaliptos se implanta sobre tierras agotadas en fósforo y en nutrientes, tierras también apelmazadas por el uso terrible de agrotóxicos. Nuevos fertilizantes e insumos bio y nano tecnológicos, se alistan para servir los nuevos modelos forestales del Agronegocio, que en los años próximos inundarán de monotonía y de tristeza, los paisajes argentinos. Modelos de Agronegocios que continuarán despoblando el territorio, aumentando el desempleo rural y haciéndonos extraviar la Soberanía Alimentaria, y que fueron entusiastamente celebrados por nuestro secretario de medio ambiente en la apertura del Congreso.
El mundo globalizado y los mercados globales se disponen a iniciar una nueva etapa de auge del capitalismo, una etapa que les permita dejar atrás la reciente crisis financiera. Lo harán, paradójicamente, en nombre del Cambio Climático y con la extravagante intención de resolver los desórdenes ecológicos que afectan al Planeta y que ellos mismos han provocado. Se disponen a transformar de esa manera, las crecientes amenazas en nuevos y mejores negocios, y aprovecharán la próxima cumbre de las Naciones Unidas en el mes de diciembre en Copenhague, y la nueva administración Obama, que suponen más criteriosa y positiva frente a los cambios que vienen en el mundo, para acordar los nuevos mercados certificados y los mecanismos de supuestos desarrollos limpios que posibilitarán materializar el inmenso mercado de los bonos de carbono.
¿Que son los bonos de carbono? Son un mercado de nuevos capitales, que devendrá de los acuerdos de Kyoto habidos en 1997 y que, tuvieron por objetivo reducir las emisiones de seis gases provocadores del calentamiento global: dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados: Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro de azufre (SF6), en un porcentaje aproximado de un 5%, dentro del periodo que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las emisiones al año 1990. Los acuerdos logrados en Kyoto y que en aquel momento no pudieron implementarse por la negativa norteamericana a reconocer el Convenio de Biodiversidad y estos acuerdos ambientales, consisten básicamente en que, un contaminador del hemisferio norte, podrá continuar contaminando con carbono la atmósfera y aportando al efecto invernadero, siempre que sea capaz de invertir o de alentar producciones en el hemisferio sur, que tomen tanto carbono del ambiente como el que él ha emitido en su propio país. Estos mecanismos de bonos verdes que se supone serán ahora sí, aprobados por los norteamericanos, establecerán un mercado de miles de millones de dólares, que aprovecharán las actuales disponibilidades de capitales, que son la consecuencia de la última crisis inmobiliaria bancaria en el primer mundo.
Hasta el momento, los contaminadores travestidos en capitalistas verdes, supuestamente preocupados por morigerar el carbono que emiten en el norte, habían logrado que se reconociera a las forestaciones para madera y pasta de papel como captadoras de carbono y por lo tanto, merecedoras de esa inversión de capitales. Esto explica la importancia del Congreso forestal habido en Buenos Aires. Ahora, planean proponer en esa reunión de Dinamarca, la agricultura además de las forestaciones, para el mercado de los bonos verdes, y se disponen a presentar el subsidio necesario a la inoculación de semillas con rizobium, un baño de bacterias sobre las semillas, que ayuda a que la planta pueda tomar mayor cantidad de nitrógeno del aire, así como a los métodos de siembra directa que, se precian los agronegocios, de que aportarían a la captación de carbono del ambiente. Pretenden incluir de esa manera encubierta a la soja en el negocio verde de los bonos, y las corporaciones los respaldan, entre otras cosas, con una batería de semillas transgénicas que por su capacidad de soportar la sequía, la salinidad del suelo y producir mejor fotosíntesis con menor insolación, podrían extender la agricultura a nuevos territorios, donde hoy la sojización no puede alcanzar. Estos nuevos mercados certificados requerirán también, nuevos protocolos y agencias que respalden las nuevas aptitudes, de allí la multiplicación de encuentros sobre sojas y biocombustibles responsables, el surgimiento de empresas certificadoras en las que se travistan las ONG ambientales, y los innumerables discursos verdes que surgen por todas partes desde las usinas de la RSE, la responsabilidad social empresarial.
Se disponen de esta manera a refundar un capitalismo verde y la Argentina y sus organizaciones de sojeros con amplio respaldo gubernamental, están en la primera línea de la ofensiva diplomática que se instituye en función de la próxima cumbre en Dinamarca. Por ello es que levantan la bandera de la Soberanía biotecnológica, excusa pseudo patriótica que encubre el viejo sueño progresista de una Biotecnología nacional que alentaba el ex secretario Chepe con acuerdos de Monsanto y las corporaciones transnacionales, y en que los royalties por patentamientos de semillas genéticamente modificadas, liberados de las actuales leyes de patentamientos, puedan quedar en los propios laboratorios y Universidades que los realicen.
Tenemos entonces en el horizonte mayor sojización y elaboración de combustibles desde la agricultura, producciones de carnes en encierro en gran escala con sistemas para captar el metano meteórico, implantación masiva de pinos y eucaliptos, mercados certificados para aprovecharse de los mecanismos de bonos de carbono, en definitiva, nuevos y más fabulosos agronegocios… El carrousel de la política criolla y el River y Boca con que buscan entretenernos ya no basta para ocultar semejantes proyectos de neocolonización de la Argentina. En el año dedicado a Raúl Scalabrini Ortiz, sepamos recuperar aquella brújula básica que nos guiara por tanto tiempo, y que por encima del circo mediático de izquierdas y derechas, nos enseñaba que la antinomia era siempre lo nacional frente a lo antinacional. Sepamos una vez más elegir nuestro destino.
Somos una Asamblea Ambiental que lucha mediante acciones concretas por la preservación de los bienes comunes naturales, contra el saqueo, la contaminación, la extranjerización de la tierra, a favor del desarrollo sustentable, la dignidad del trabajo y una mejor calidad de vida para todos. GRACIAS A LA LUCHA ENCE QUISO MUDARSE A PAYSANDÚ Y SE TERMINÓ YENDO. ENCE SE FUE. BOTNIA VENDIÓ. UPM SÍ CONTAMINA. ¡FUERA DE NUESTRA CUENCA!!!
NO al Fracking en Entre Ríos
Represion a Comunidad Qom "LA PRIMAVERA" (video sin editar)
Informe Telenoche Investiga Represión QOM
jueves, 29 de octubre de 2009
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