EDITORIAL DEL DOMINGO 20 DE SEPTIEMBRE DE 2009
La Argentina es un laboratorio en todo sentido y no sólo como país sometido a la producción e ingesta masiva de organismos genéticamente modificados y a la contaminación con variados paquetes agrotóxicos, también lo somos, debido a nuestra capacidad de resistencia y a nuestras herencias de lucha, en el despliegue de ideas y de controversias en el campo de las ideas, procesos de conciencia que van saliendo a la superficie gradualmente como en un dificultoso trabajo de parto. Los debates se extienden y profundizan entonces, a pesar de la chatura impuesta desde arriba por las dirigencias políticas y de los límites que exigen el mantener las confrontaciones y el Boca River permanente. Que algunos se anoticien recién ahora y debido a nuestra marcha sobre la localidad de San Lorenzo, en la provincia de Santa Fe, de que la Argentina es un enorme embudo y que por los puertos de esa zona, se marchan los bienes naturales, el suelo y el trabajo de los Argentinos, no sorprende demasiado, dada la cultivada fragmentación de los conocimientos y de las miradas. Sí, sorprende en cambio, que se anoticien recién ahora, de que somos un enclave de exportaciones minerales y sojeras, justamente aquellos que en los últimos años han conducido los grandes debates políticos, aquellos que han diseñado las líneas rectoras de los discursos oficiales confrontativos y polarizantes, líneas de pensamiento a las que hemos cuestionado desde estos micrófonos sin mayores indulgencias.
Nos preguntamos ahora: ¿es que por años no nos leyeron? ¿Es que durante años no nos escucharon? O acaso son tantos los prejuicios con los que se manejan, y son tantas las ideas preconcebidas que tienen sobre la ecología, que les impidieron durante tanto tiempo reflexionar, y los llevaron a ocultar laboriosamente los modelos neocoloniales que nos sofocan en nuestras posibilidades de ser un país independiente y soberano. Colaboraron en montar un exacerbado conflicto con la supuesta “insurrección agrarista de visos reaccionarios” que, insistieron en visualizar como destituyente y golpista, mientras no tenían mayores pudores en ignorar a los enormes grupos terratenientes como los Elsztain, los Werthein y los Grobocopatel, que, por supuesto, no pecan de ser moralizantes ni reaccionarios, puesto que son tan modernizantes como lo son ellos mismos, nuestros intelectuales progresistas, cultores a contrapelo de la historia, del crecimiento, de la gran escala y de las tecnologías. Lo que fue mucho peor todavía, empañaron y oscurecieron con sus plumas barrocas, las verdaderas contradicciones de un país dependiente, haciendo ininteligible para muchos en medio del ensordecedor escenario de la crisis con el campo, la verdadera naturaleza de los modelos de la dependencia nacional.
Que presupongan ahora, que porque priorizamos los temas ecológicos y la defensa de nuestros bienes naturales, menoscabamos la importancia de lo comunicacional, habla también de la burbuja en la que desenvuelven sus pensamientos corporativos y funcionariales. Nos manifestamos abiertamente en contra de que, con la nueva ley de medios se repitiese la maniobra de falsa argentinización realizada con el grupo Esquenazi y con Repsol Argentina, ahora con los Werthein y con Telefónica Telecom. Que se haya modificado abrupta e inesperadamente este supuesto, no refiere como algunos comunicadores expresaran, con un sofisma, a que la oposición a la Ley quedaba al descubierto en una desembozada defensa de Clarín, sino en todo caso, a la falta de un claro sentido de lo que se proponía o a que se priorizaron las resoluciones inmediatas del conflicto político a toda otra propuesta. Quiero decir que, la inclusión de las Telefónicas, no pudo ser tan sólo un detalle que se coló inadvertidamente, sino un aspecto significativo que expresaba un modelo propuesto. Quitar ese punto del proyecto no puede ser asumido como una concesión a la oposición o acaso un gesto de tolerancia al discenso, a menos que se insulte la inteligencia de los argentinos. La Ley continúa careciendo lamentablemente y de todos modos, de un espíritu nacional: la ausencia de una propuesta de radiodifusión argentina al exterior como parte de una política internacional que exprese un proyecto de Nación, es evidente y nos apena.
Pretender, por otra parte, supeditar lo ecológico a otros grandes temas, no importa cuales fueran, es parte de un sueño tecnocrático que alguna vez imaginó que más allá de los deterioros del hábitat y de los ecosistemas que nos han tocado en suerte, podríamos continuar nuestra vida en sociedad. Ese sueño ha fracasado hace mucho y ha fracasado en la medida en que se ha reconocido el efecto invernadero, el cambio climático y los grandes colapsos ambientales, en la medida también, en que hemos aceptado que la idea del crecimiento y del progreso ilimitado es irracional, insensata y suicida. La ecología y la defensa del planeta, hacen a esta nueva racionalidad que profesamos, hace a esta nueva mirada que cultivamos y de la que nos enorgullecemos, no podríamos abandonar la complejidad de un pensamiento que fuese capaz de tratar de contener y comprender esas relaciones que se nos ofrecen desde la tierra misma. Tratar de imaginar el mundo desde otra racionalidad que ignore el ambiente en que logramos ser lo que somos, es persistir en un modo de buscar resolver los conflictos agudizando los problemas actuales por otros cada vez mayores. Eso se hace cada vez más evidente, en especial en épocas en que los ejes del dominio colonial por parte de las corporaciones, implican de modo principal, la apropiación de los bienes comunes y la producción masiva de commodities transgénicas para los mercados globales.
Por eso marchamos a San Lorenzo y expusimos ante el mundo y nuestras cámaras, el gigantesco enclave corporativo del complejo de puertos privados por el que se desangra nuestra pobre Argentina. Poco tiene que ver esa terrible realidad con el dramatismo impostado que se imprimió desde hace dos años al conflicto entre el campo y el gobierno, conflicto en el que no hay inocentes, y que como escándalo social y político, más se asemeja a una maniobra distractiva para ocultar un formidable pillaje, que a un conflicto real. Los exportadores y sus socios, los acopiadores y productores de biocombustibles, de carnes en encierro en gran escala, los grandes feedloteros y frigoríficos, las usinas lácteas y los gigantescos pooles, no discuten las retenciones porque las evaden, porque están generosamente subsidiados, o porque tienen otros mecanismos para acumular riquezas fabulosas, mientras algunos intelectuales y políticos dividieron el país con el circo de la pelea campo gobierno, el enfrentamiento con la supuesta oligarquía vacuna y alimentando artificiosamente viejas antinomias.
No podríamos considerar la remota posibilidad de generar algún tipo de frente o “construir un espacio que aborde la hoy dispersa crítica a los procedimientos energético, agrícolas, extractivos y comunicacionales” como el que nos propone Horacio González, el Director de la Biblioteca Nacional, el jueves pasado en Página doce, si no se revisan y modifican las prácticas persistentes de generar simulacros y ejercicios distractivos que enmascaran a los verdaderos enemigos, si no se deja de alimentar el clima de permanente confrontación, que torna la vida política argentina cada vez más enrarecida, si no definimos a la vez una propuesta nacional que sea capaz de priorizar la recuperación de las banderas históricas de Soberanía Política, independencia económica y Justicia Social. En realidad, hace tiempo que venimos trabajando para conjugar en un pensamiento abarcativo los diversos campos de las preocupaciones políticas de la Argentina y basta con ello consultar nuestras páginas, los blogs, los numerosos espacios de radio y de comunicación que hemos generado. Solamente puede ignorárselo desde una mirada sesgada que, justamente para burla de un año scalabriniano, ha priorizado sistemáticamente ciertos temas accesorios en detrimento de los desafíos sustanciales.
Creo que más que ausencia de ciertos debates y de ciertos espacios donde se reúnan temáticas diversas, existe una crisis generacional que, como consecuencia de las propias experiencias, se manifiesta en diversos modos de posicionarse ante la política. Me lo explicaba con absoluta claridad un amigo que, participando en Carta Abierta a la vez escucha los programas de Horizonte Sur. Él me confesó que, se siente parte de una generación que en los años setenta arriesgaron con sus luchas, a un gobierno criticable, limitado o como se lo quiera calificar, y que, lo que consiguieron con sus acciones, fue abrirle el camino a una dictadura terrible. No volveremos a hacer lo mismo, me dijo mi amigo, no haremos ahora, nada que perjudique a un gobierno que sabemos es bastante mejor que los que tuvimos antes, que tiene mucho de malo y de limitado, pero que ha hecho cosas valiosas que debemos reconocer. No haremos nada tampoco, que favorezca a la Mesa de Enlace… No importó en nuestro diálogo fraterno, que le dijera que no era ese el tema, que me preocupaban las sumisiones a las Corporaciones o la falta de un Proyecto Nacional. A él también le preocupan, pero piensa que esas cuestiones se irán asumiendo y resolviendo lentamente. Para mi amigo, en todo caso lo que a mí me preocupa es secundario a lo que a él le preocupa. Lo importante es que podemos dialogar y que nos comprendemos. Piensa que una gradual distribución de la riqueza y una mayor generación del empleo, irán paulatinamente resolviendo los problemas de las dependencias a las Corporaciones. Ha tomado claramente partido por el mal menor, ha optado por el pájaro en mano y ha construido excusas y atajos intelectuales para preservar su autoestima. Yo lo comprendo, lo estimo y lo respeto. Es mi amigo, no me ha descalificado, sino que por el contrario, admira mi obstinación; es consciente de que sus alumnos en la Universidad son tan rebeldes como era él hace más de treinta años y en cierto sentido los admira, también. Es consciente asimismo, de que su generación ya no va detrás de un sueño y por ello mismo, no se aferra a ningún sillón ni a ningún poder funcionarial. No pretende el protagonismo, porque no tiene un proyecto tal como otros lo tenemos. Tal vez sea este espacio del afecto que he rescatado con mi amigo, un buen comienzo para tener en cuenta, en ese nuevo espacio que ahora se nos propone.
Jorge Eduardo Rulli
http://horizontesurblog.blogspot.com
Somos una Asamblea Ambiental que lucha mediante acciones concretas por la preservación de los bienes comunes naturales, contra el saqueo, la contaminación, la extranjerización de la tierra, a favor del desarrollo sustentable, la dignidad del trabajo y una mejor calidad de vida para todos. GRACIAS A LA LUCHA ENCE QUISO MUDARSE A PAYSANDÚ Y SE TERMINÓ YENDO. ENCE SE FUE. BOTNIA VENDIÓ. UPM SÍ CONTAMINA. ¡FUERA DE NUESTRA CUENCA!!!
NO al Fracking en Entre Ríos
Represion a Comunidad Qom "LA PRIMAVERA" (video sin editar)
Informe Telenoche Investiga Represión QOM
jueves, 24 de septiembre de 2009
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